La vida en su plenitud

LA VIDA EN SU PLENITUD
(Congreso Mundial Salud Eterna por el Dr. Jesús Eslava,
Hotel Alba, Caracas, 26/07/2010)

Estoy profundamente comprometido con el pueblo venezolano y, particularmente con los pueblos originarios y los afrodescendientes y por eso hace muchos años que estudio, investigo y me dedico a promover las Sagradas Escrituras y proponer un acercamiento de todo lo sagrado, como corazón de toda la humanidad, de todos los pueblos.

La Biblia es un texto antiguo, “Es Historia Sagrada” y es mucho más que mitos y cuentos, más que historias y sucesos, que oraciones y salmos, que metáforas y parábolas, va más allá de guerras y destrucciones, profundiza más que los proverbios y novelas, mezcla sufrimientos y muertes con justicia y equidad, une enseñanzas y exhortaciones con vida y resurrección. Y todas las Historias Sagradas de todos los pueblos no son mentiras sino la vida recogida en creencias y mitos que siguen vivas y actúan en todos nosotros.
La Biblia no propone creencias unidas a deseos y visiones espirituales que se diluyen en el tiempo, vivencias de almas débiles, sino “Vida en Plenitud”.
Tal vez no importa los años que se vivan sino como se viven, o sea, intensamente, en plenitud y posiblemente con excelente salud. La salud o una vida plena no pueden alargarse en un futuro sin fin, por la eternidad pero si puede lograr plenitud en todas sus dimensiones: es necesario que el ser humano tenga su inteligencia integra, sus fuerzas equilibradas, sus corazones jóvenes y su espíritu lleno del soplo creador.
Vivir en plenitud es estar consciente de ser cocreadores con el Altísimo: la vocación humana que necesitamos poseer y ejercitar. El verso 10 del Salmo 51 reza: “Crea en mí, oh Elohim, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Elohim representa la fuerza trascendental de la creación que posee la naturaleza y el hombre como la expresión más acabada del universo, y la estrofa es una petición para que la fuerza primigenia de la creación se active en nosotros. Y cada ser humano puede ser, en este sentido, cocreador con Dios. El profeta Isaías en su tercer libro usa con insistencia el verbo crear en infinitivo para reclamar la cooperación de la humanidad y promover una esperanza renovadora: “Nueva tierra y nuevos cielos” (Is 65,17).
Pero solamente si la vida se vive en plenitud se vuelve capaz de ser y alcanzar la energía necesaria para recrearse a sí misma, porque Dios nos ha creado hombre-mujer y sigue creándonos con el soplo de su vida que nunca viene meno.
Pero todo eso se da, para el ser humano, en el Plan de Dios. En Venezuela tenemos ejemplos de existencia equilibrada con proyección como la etnia Pemón y su Plan de Vida en Kavanayen estado Bolívar (Venezuela). Y ese plan contempla perseguir el mandato de Dios de una vida en sintonía con su creador, en todos los aspectos que tienen que ver con el ser humano-divino, como: la verdad de la vida, la caridad de la vida y la esperanza de la vida. En otra palabra hay que buscar la verdad y transformarse en verdad, en caridad o solidaridad, o la capacidad de darse a los cercanos, a lo que nos corresponde según el querer de Dios y finalmente tenemos que llevar las buenas nuevas o propuestas de vida para todos.
La buena nueva va en orden a todas las expresiones de la creación como la vida inorgánica, la naturaleza vegetal y animal y la vida del hombre y la mujer. Cuando respetamos la totalidad de la creación ayudamos a la vida en su plenitud o salud sin fin, eterna, porque plenitud es sinónimo de eternidad.
Ese término puede molestar porque solo Dios posee la eternidad y el ser humano es perecedero pero si tenemos la certeza de ser semilla de Dios tendremos la certeza que nuestra vida no se acabará con la muerte de nuestro cuerpo sino que gracias a los que somos podemos construir la Eternidad. Podemos decir que seremos cabalmente eternos si somos plenitud de vida terrenal.
¿Qué tiene que ver la salud eterna con la salud de cada ser humano cuando bien sabemos que es una quimera? Ciertamente sí, porque también el estar sano en su plenitud y por el tiempo que deseamos y nos es permitido vivir, entra en el plan de Dios, un plan creador para toda la eternidad.
Cuando creemos que nuestra faena terrenal ha llegado a su fin y le ponemos un límite a los años que nos tocan vivir o cuando no respetamos el justo equilibrio del vivir humano con una práctica renovadora en todas sus dimensiones, como: el control de la alimentación o de la gula y de las demás pasiones capitales, o sea, la envidia, el orgullo, la ira, la avaricia, la pereza, la sexualidad desenfrenada, entonces nuestras vidas se acabarán rápidamente. Pero si lograremos el equilibrio en el respeto del cuerpo y del espíritu cumpliremos con el plan de Dios y lograremos la plenitud de vida que nos proporciona el maravilloso organismo humano integrado y sustentado por su espíritu.
Todos tenemos el desafío de superarnos para dar espesor a una humanidad, a cada ser creado que cada día más vive fraccionado y sin la capacidad de poseer la vida en plenitud, la que estás en el plan creador de Dios. Si un ser humano no experimenta a cabalidad la vida en todo sus aspecto es incompleto es como un aborto, terminará su vida sin tener la comprensión cabal de su ser y de la creación.

La plenitud en el texto bíblico
מְלֹא (1Sa 28:20 WTT) meló - en idioma hebreo significa estar lleno oמָלֵא (Exo 40:35 WTT) malé es una raíz hebrea del verbo llenar) significa plenitud cuyo significado simbólico es: La sabiduría humana fluye constantemente para elevar hasta el Ser Supremo sus deseos de plenitud para realizar el Dios con nosotros. מְלֹא(mülö´ (2Ki 4:39 BHT). Es una raíz aramea y sus sinónimos son: estar lleno, repleto, atestado, ser pleno, rebosante, cumplirse, realizarse, completarse, rellenar. El Génesis 6,13 reza: “Dijo entonces Elohim a Noé: “He determinado acabar con todos, ya que por su culpa la tierra está llena de violencia, y voy a exterminarlos a ellos con la tierra”. El Elohim es la misma fuerza divina presente en la creación que se rebela en contra de la destrucción por las atrocidades del humano. La destrucción del medio ambiente va por ese camino…
El salmo 89,12 así reza: “Tuyo es el cielo, lo mismo que la tierra; el orbe y su plenitud, eres tú quien lo ha fundado”. Si el Adam no tiene conciencia y se destruye a sí mismo y es necesaria una purificación para que todas las cosas contribuya a la creación perenne de Yahveh.


Veamos el significado de meló Meló

El alefato hebreo es una serie de signos con múltiples simbologías y posibles significados que no se contradice sino se suma para dar un espesor único al idioma hebreo.
La palabra hebrea meló posee tres caracteres (consonantes) y las dos vocales que determinan la pronunciación para quienes no conocen a fondo el idioma. La suma del significado de los tres signos se puede resumirlos así:
1. la mem מ representa el acumulo de toda la sabiduría humana-divina para no venir nunca a menos en su actividad dispensadora pero no un sabiduría egoísta, encerrada en sí misma, sino que fluye y alimenta a toda la humanidad, es como la madre con su hijo y la Madre tierra con la creación.
2. El segundo es la lamed ל una letra o signo deseoso del Espíritu, que se extiende que se eleva. Tiene una cabeza (la yod) al extremo superior para captar todo lo que va más allá de lo que está a nuestro alcance hasta percibir lo divino, el Espíritu renovador de la vida. Sin esa actitud es imposible recrear la vida y tener futuro.
3. El tercer carácter o signo es la alef א es la primera letra del alefato hebreo y es inicio y fin por representar al Creador. En Él todo inicia y termina y todo lo que termina en esa letra posee la presencia viva, plena y eterna de Dios mismo.
Su numero gemátrico de la Alef es el 26 (10 6) las tres letras que integra la letra Alef y corresponde con el gran nombre de Dios: Yahveh.
La gematría no es ficción sino se rehace a los inicios cuando los signos eran numéricos y las palabras las sumas de números.

Cada mitad del número 26 representa la humanidad entera (3x4=12 o la divinidad unida a la creación) más uno que conforma el número 13 que simboliza el hombre en su dimensión divina y humana (hijo de Dios e Hijo de Hombre) y la mitad superior, o sea el 13 superior, representa la totalidad del mundo de lo divino, en la Biblia la llamamos los cielos, (3x4=12). A esto se sobrepone el mismo Creador como presencia activa y dador de toda vida posible. Entonces la alef es la totalidad absoluta que abarca lo creado y lo increado.

En síntesis podemos decir que el ser Adam (hombre-mujer) es parte integrante de esa doble realidad y por eso su vida es humana y divina a la vez, es perfectible y eterna como el mismo Creador que le dio vida.

Finalmente podemos afirmar que el creado es una plenitud representada en la esencia del ser humano. Es una virtud que nos corresponde para ser hijo e hija de Dios y responsable de toda la creación pero, si no asumimos el mandato creacional que constituye el plan de Dios, la destruimos.
Como consecuencia podemos afirmar que la salud es el entorno de nuestra vida, aunque no sea la esencia, que nos facilitará el vivir la integralidad de la vida que nos permitirá obtener su plenitud.
En la bienal de Venecia del año 2008 se presentó “La arquitectura detrás de las edificaciones”. Se propuso una ciudad de ficción, perspectiva necesaria para construir una “casa perenne para el hombre”, una ciudad eterna. Ese es el desafío del ser humano desde el inicio de su existencia, hasta nuestros días, y así será para toda la eternidad.
Nuestra ficción es la construcción de una ciudad proyectada a un futuro indefinido, de un alma eterna así como la quiso el “Plan de Dios”. Si no hay ficción o mejor la certeza que tenemos que trabajar y ser para la eternidad, más allá de lo circunstancial, nuestra vida no tiene sentido, será una gran frustración.
Posiblemente mis ideas les han creado más dudas que certezas pero, si eso ha sucedido, he alcanzado el objetivo de esta mini charla. Solamente cuando tenemos dudas pero unidas a una voluntad de perfección material y espiritual podemos avanzar en la búsqueda y la realización de una vida integral y plena, una voluntad puesta allí en el Plan de Dios.
Bernardo Favaretto.

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